La Vida es aquello que sucede mientras ríes. Y mientras lloras. Y mientras ni ríes ni lloras. Muchos nos hemos pasado la mitad de nuestra vida queriendo arreglar lo que no dependía de nosotros. A nuestra madre, a nuestro padre, a nuestras amistades, a nuestra pareja, a la sociedad, a la Tierra, al Mundo, al Universo…
Hasta que escuchamos por ahí que no era lo de Fuera lo que teníamos que mejorar, sino lo de Dentro. A nosotros mismos. Y muchos, de nuevo, volvimos a emprender un viaje para intentar arreglar, de nuevo…, lo que tampoco depende de nosotros.
Y cuando digo arreglarse no me refiero a cuidarse. Me refiero a pretender ser lo que no eres porque la Biblia, un Curso, un Libro, un Gurú, la sociedad, una religión, una espiritualidad o un supuesto Maestro… te dicen cómo tienes que ser para Ser como Dios manda.
¿Cómo vas a ser y sentirte libre si no eres ni te sientes libre (por esas creencias) para ser tú mismo?
La Perfección del Ser (la mejor versión de uno mismo) no es que todos seamos, pensemos y sintamos de una determinada manera. Es que cada uno sea, piense y siente tal y como lo hace de Verdad. Sin fustigarse cada vez que siente miedo o se cabree o se sienta vulnerable o se caiga o esté de bajón. Y sin fustigarse por fustigarse.
COMPRENDER que no somos máquinas sino Seres Humanos emocionales y COMPRENDER que nuestros pensamientos y nuestras emociones son lo que son (y no más), que no nos definen, es imprescindible para quitarnos la importancia tan elevada que nos damos. Una importancia que nos lleva a ir en contra nuestro. A rechazarnos. A no amarnos.
No tenemos que ser, sentir, pensar, comportarnos… como las personas que admiramos. Ellas son de una manera y nosotros podemos parecernos o ser totalmente opuestas. Y ni las personas que admiramos o que nos ponen son mejores ni nosotros somos peores que nadie.
Es una cuestión de personalidad. De que cada uno de nosotros tenemos una energía, una manera de sentir la vida, unas preferencias, unos gustos… que no son más que eso.
La Perfección ya ES siempre. En cada Instante. En cada respiración. En cada paso que damos. En cada risa que carcajeamos. En cada lágrima que derramamos. En cada temblor. En cada pasión. En cada silencio, en cada letra y en cada voz.
Tal cosa como la mejor versión no existe. Es una meta que no tiene ningún sentido puesto que en cada momento estamos siendo nuestra mejor versión ya que no podemos estar siendo de otra.
Estos fines futuros que nunca alcanzamos (porque están en el futuro siempre…) te arrebatan esa Libertad que estás buscando. Porque no la puedes encontrar en otro lugar que no sea Aquí y Ahora. En TODO lo que estás Siendo en cada Instante.
Es tu creencia sobre cómo tienes que ser, pensar y sentir la que hace que no te sientas Libre. Es tu juicio, es la interpretación que haces sobre lo que ves en ti y en lo que no es en ti la que provoca tu castigo y tu condena. De ti hacia ti.
Tenemos la manía de separarnos en buenos y en malos, en bonitos y feos, en delgados y gordos, en brillantes y mediocres, en espirituales y terrenales, en carentes y abundantes. Nos dividimos en los que tienen éxito y en los que son unos fracasados. En los que están arriba y los que están abajo. En los que tienen un nivel de Consciencia y en los que no lo tienen.
Y así queremos ser libres, felices y vivir en Paz. Pero, ¿cómo vas a ser libre de esta manera si ya te estás encasillando de una determinada manera de ser, sentir y pensar para ser libre? ¿Si tienes que cumplir unas expectativas, unos objetivos, unos requisitos, unas leyes, unos mandamientos… para entrar en el grupo de los Top Ten Iluminados?
La Libertad del Ser implica un absoluto vacío de cómo tienes que ser o no ser. Cualquier creencia, por muy elevada que creas que sea, sobre “cómo tienes que ser para”, te arrebata de cuajo la verdadera Libertad. Una Libertad que lleva consigo la verdadera Felicidad que nada tiene que ver con la adrenalina del subidón efímero sino con la Paz de Ser quien Eres en cada Instante. Seas como seas. Pienses como pienses. Y te sientas como te sientas.
Cuando COMPRENDES que ya Todo es Perfecto (incluido tú) aunque en apariencia sea todo un caos, un desatino, una mierda y un descontrol… (incluida tú), te liberas de la necesidad de ser otra cosa de la que ya eres.
Si te cabreas está bien. Si te sientes vacía y sola está bien. Si te quedas sin trabajo está bien. Si vas contra corriente está bien. Si te aburres está bien. Si llueve está bien. Si estás triste está bien. Si te engordas está bien. Si te equivocas está bien. Si no gustas está bien. Si te enfermas está bien. Si te mueres está bien. Si te sale espuma por la boca está bien.
Un “está bien” que nada tiene que ver con la frialdad y la distancia emocional. Una frialdad y una distancia emocional que también están bien…
Ya no intentas amarte ni no amarte. Iluminarte ni no iluminarte. Ser positiva o no serlo. Vibrar alto o no vibrarlo. No hay un “intento” de ser, sentir, lo que no estás sintiendo. No hay un “me tengo que arreglar” lo que creo que está roto pues dejas de VER que algo lo está. Y no porque no lo esté, no porque no te duela lo que te duele, sino porque al Ver que la Tormenta es igual de perfecta que el Sol, ya no tienes necesidad de eliminar la Tormenta. Lo cual no significa que no lo vayas a hacer puesto que COMPRENDES que lo que sientes ahora puede ser lo contrario a lo que sientas en el ahora siguiente.
No hay un intento de no intentar. No hay un tengo que ser así o asá o todo lo contrario.
Simplemente, Ves la Vida como Es. Simplemente, te Ves a ti como eres. Como un Todo que no tiene que dejar de ser lo que es para Ser lo que Es.
Simplemente, ERES.
La Libertad de Ser uno mismo nada tiene que ver con ser lo que nos dicen que seamos sino con Ser lo que estamos Siendo. Lo cual no supone ningún esfuerzo ni implica ninguna disciplina ni herramienta ni meditación ni técnica ni proceso ni evolución puesto que Ser lo que Eres ya lo Eres siempre. Hagas lo que hagas. Y dejes de hacer lo que dejes de hacer.
Ya somos libres. Son nuestras creencias espirituales, religiosas y sociales las que no nos permiten Verlo.
Un “no permitir Verlo” que también está bien…
Emma Vázquez
Me llamo Emma, nací en Barcelona cuando el sol más calienta, un miércoles del mes de agosto de 1978. Estudié las diplomaturas de Enfermería y Criminología, entre otras muchas formaciones más relacionadas con psicología, salud mental, gestión emocional, duelo y espiritualidad.
Tuve una infancia muy dura a consecuencia del alcoholismo de mi madre que me llevó a forjar una personalidad muy fuerte y, a la vez, muy sensible y vulnerable. A lo largo de mi vida, he pasado por procesos de mucho sufrimiento y oscuridad que me han hecho comprender que la Vida es perfecta tal y como ya es. Que nada es un error, aunque así nos lo parezca. Y que la Paz no depende de las circunstancias externas que nos rodean sino de cómo las miramos. De cómo las etiquetamos. De cómo las juzgamos.
El AMOR es la fuerza más poderosa que existe para sanar nuestras heridas. Si no amamos cada una de nuestras partes, principalmente las que no nos gustan de nosotros mismos, nos pasaremos la vida castigándonos y esforzándonos por ser lo que no somos, con el sufrimiento que ello conlleva.
Nuestro mayor enemigo habita en nuestra mente, en nuestras creencias, en lo que nos han dicho que debemos pensar y no pensar, ser y no ser. Mientras creamos que sentir ciertas emociones o tener ciertos pensamientos no es correcto, no está bien o es un pecado, seguiremos transitando por un camino muy esclavo, repleto de lágrimas y de dolor.
La Libertad no se logra al eliminar las tormentas sino al comprender que también forman parte de la Vida.
Después de haberme pasado muchos años yendo en contra mío, queriendo cambiarme, mejorarme, perfeccionarme a través de decenas de talleres, cursos, técnicas, herramientas, métodos y retiros, un día mi mente “colapsó” y sentí que todo estaba bien, tanto dentro como fuera de mí. Que jamás me fui de Casa. Que nada ni nadie me había abandonado. Que no había ningún lugar al que llegar ni ningún estado que alcanzar. Que todo lo que me sucedía era lo que me tenía que suceder (aunque no me agradara). Que todo lo que experimentaba era lo que tenía que experimentar. Que no había nadie ni nada que me pudiera salvar porque no había nada ni nadie que estuviera en peligro. Que era simplemente una cuestión de RENDICIÓN absoluta ante la Vida, ante lo que soy, y de ASUMIR tanto lo que hemos etiquetado como belleza como lo que hemos etiquetado como fealdad.
Desde entonces, camino Libre de mí misma, sabiendo que SOY mucho más que aquello que me cuento y siento, y abierta a vivir todo lo que la vida me traiga. Desde la más profunda felicidad hasta la más jodida soledad.
Así de simple. Así de sencillo. Así de COMPLETA.
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