Cuando Freud estaba aventurándose a poner palabras a lo inexplicable y solía comparar la mente humana con un iceberg en el que el consciente es menor de una décima parte del inconsciente, uno de sus más avanzados alumnos, Jung, replicó “Y si el inconsciente es lo que no conocemos ¿Cómo podemos saber qué tamaño tiene en relación al consciente?”. No solo comenzó a cuestionarse el tamaño, también la suposición de que ese gran inconsciente era algo personal. ¿Cómo saber de quién es aquello que